✨ El anillo de ónix es un ancla silenciosa que te acompaña hacia dentro. En su negrura brillante no hay ausencia, sino un vasto espacio donde la mente descansa y el alma respira. Es la piedra que contiene la noche sin temor, la que enseña que en la quietud está la claridad.
Al colocarlo en tu dedo, el ónix crea un círculo de calma protectora, como si tejiera a tu alrededor un manto que apaga el ruido del mundo y abre paso al centro inmóvil que existe en ti. Su energía desciende como un hilo de peso suave, llevando tu atención hacia el cuerpo, hacia la respiración, hacia ese punto donde todo comienza.
En meditación, el ónix actúa como un guardián interno, absorbe distracciones, atenúa emociones desbordadas y sostiene tu intención como una roca antigua que nunca cede. Permite que su tacto te recuerde volver, una y otra vez, al presente.
Dicen los practicantes que este anillo despierta una disciplina serena, una fuerza tranquila que no empuja, sino que guía. Con él, cada inhalación se vuelve más profunda, cada exhalación más liberadora.
Portarlo es llevar un fragmento de oscuridad sagrada que no oprime, sino que ilumina desde dentro.
Plata de Ley
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